El transporte en Lima y su Impacto en la Economía
Lima alberga más de 9 millones de personas y las pérdidas económicas pueden ser significativas. Para el 2030, World Urbanization Prospects proyecta que Lima tendrá 12,2 millones de habitantes y tendrán más dificultad para movilizarse.
El tránsito vehicular es un problema de nunca acabar para cada habitante de la cuidad. El incremento desmedido del parque automotor es uno de los principales motivos de la saturación de las vías de Lima y otros departamentos del país. En el 2016, 103 mil 284 autos, camionetas y otros tipos de vehículos de 4 ruedas fueron inscritos por primera vez para entrar en circulación en Lima, según el Reporte de Ventas e Inmatriculación de Vehículos Livianos.
El especialista de la industria automotriz, Willard Manrique, comenta que el tránsito puede generar un perjuicio muy significativo en la economía y productividad de las personas; es decir, el traslado de aquellas que ganan el sueldo mínimo vital puede equivaler hasta el 24.9% de su sueldo.
“Si consideramos que una persona con el sueldo mínimo gana por hora laboral S/3,54, y demora en promedio entre 2 horas o más en ir a su trabajo y retornar a su hogar, podemos inferir que puede estar perdiendo un tiempo valorizado en S/ 7,08 diariamente; o S/212,4 soles al mes”, señala Manrique. Este dato es significativo para la economía de las personas teniendo en cuenta que, según la investigación de ‘Trabajo Decente en América Latina’, elaborado por la Red Latinoamericana de Investigaciones, el 50,1 % de peruanos gana menos del salario mínimo.
“El problema del tránsito de Lima es muy amplio. Iniciativas de transporte como el Metropolitano y el Metro de Lima han contribuido a la población a encontrar un transporte directo, que economiza tiempo y recursos. Sin embargo, aún hay un gran porcentaje de la población que prefiere movilizarse en un vehículo propio, pagando un costo alto por ello, pero contribuyendo a la saturación de vías”, afirma el especialista.

Según la Municipalidad Metropolitana de Lima, la oferta de transporte en la ciudad de Lima ha superado a la demanda; en otras palabras, por las vías de la ciudad circulan más vehículos de los que requieren los usuarios para movilizarse.
Esta sobreoferta de transporte ha acarreado diversas consecuencias, a saber:
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Guerra por el centavo. Al haber más vehículos de los necesarios, los transportistas se disputan violentamente los escasos pasajeros, situación que aumenta el riesgo de choques y atropellos.
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Precios estables. No es posible que ningún transportista aumente sus precios, porque siempre habrá otro dispuesto a cobrar menos con tal de quedarse con el pasajero. A su vez, el precio que se cobra no es suficiente para cubrir los costos de operación y mantenimiento (combustible y reparaciones), lo que impide a los operadores invertir en la renovación de sus unidades.
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Empleo de subsistencia. Muchos operadores se ven obligados a trabajar más de 12 horas para obtener lo suficiente para vivir. Esto provoca fatiga, estrés y la pérdida de la capacidad para conducir.
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Congestión vehicular. La liberalización ha generado un ineficiente uso del espacio público, con unidades pequeñas como camionetas rurales y taxis que ocupan grandes extensiones de vías circulando vacías o a media capacidad.
En efecto, la sobreoferta de vehículos en el servicio de transporte urbano, y la consecuente competencia entre los conductores, no permite que el transportista traslade los costos del mayor consumo de combustible y de mantenimiento al usuario final. En consecuencia, el conductor se ve expuesto a una reducción en sus ganancias, mientras el parque automotor se deteriora, ocasionando cada vez mayores costos en contaminación y accidentes.